
LAS RATAS DE NIMH

lunes, 10 de enero de 2011
domingo, 9 de enero de 2011
la novela no ha muerto... a pesar de lo que se rumorea por ahí

sábado, 25 de diciembre de 2010
LEER...

Ahora, querido lector, querida lectora, estás leyendo. ¿Crees que tus ojos «se deslizan» por las líneas como una especie de góndola a lo largo de un canal? Te equivocas. Los ojos humanos no se deslizan, sino que saltan por la línea escrita. Saltan, se detienen una centésima de segundo, leen las palabras que hay antes y después, vuelven a saltar de nuevo, y así hasta llegar al final de la línea: entre tres y seis saltos por línea, según lo apretadas que estén las palabras o la atención con que se lee.Tampoco nuestra atención se desliza, sino que salta. Aunque leamos con atención, no leemos todas las palabras: nos distraemos continuamente. Nuestra atención no está preparada para leer un chorro continuo de palabras únicas y esenciales, y los textos en los que uno no se puede perder ni una palabra (por ejemplo, ciertos textos de filosofía) tenemos que leerlos una y otra vez para entenderlos. Los textos bien escritos (como este, por ejemplo) consisten en continuas reelaboraciones de lo mismo, en variaciones y variaciones de un tema. Es necesario decir las cosas muchas veces para que el lector las entienda. Es necesario, digámoslo así, dar muchos ejemplos. La literatura es, en cierto modo, el arte de poner ejemplos. Cervantes dice en un par de frases que Don Quijote se volvió loco: a continuación, se dedica, a lo largo de cientos y cientos de páginas, a poner ejemplos.«Diferir» significa dos cosas: (1) decir algo diferente de lo que dice otro, y (2) postergar, es decir, retrasar en el tiempo. Todas las frases que existen, desde la primera que se escribió al principio de los tiempos, comparten esas dos cualidades. Difieren y se difieren. Diga usted algo, cualquier cosa. En seguida notará que es imposible decir eso «completamente», y que necesita añadir otra frase más para aclarar la primera. La segunda frase aporta precisión y acota el campo de significado de la primera, pero también introduce significados nuevos, nuevas cosas que hay que aclarar. Aparece así una tercera frase, que pretende dejar perfectamente claras la primera y la segunda. El «significado», pues, esa perla perfecta, esa flor azul inconcebible, difiere: se retrasa. Y también difiere en el otro sentido, se hace cada vez más diferente. Así surge la literatura: por la imposibilidad de decir nada completamente, de decir nada definitivamente.Antiguamente, leer se percibía como algo semejante a hablar. Esa es la razón de que en las inscripciones romanas, por ejemplo, las letras estén tan juntas: sólo se entiende dónde empiezan y terminan las palabras si se leen en voz alta. Fue San Agustín el primero que describe a una persona leyendo en silencio, es decir, leyendo con los ojos. A partir de entonces comienza el proceso que llevará a la lectura moderna, que percibimos no como algo semejante a hablar, sino como algo semejante a mirar. Leemos con los ojos, excepto los ciegos, que leen con los dedos: claro que los ciegos también ven con los dedos.Pero ¿qué es lo que vemos? Cuando leemos literatura, no vemos las letras. Ni siquiera vemos la página. Es posible que al principio, por espacio de unas frases, veamos la página, pero luego, si la magia de la literatura se produce de verdad, los ojos comienzan a ver cosas que no están físicamente presentes. Entonces leer ya no se parece ni a hablar, ni a mirar, sino a recordar. ¿Por qué los libros suelen estar escritos en pasado, si nos cuentan cosas que sentimos como presentes? Sin duda el origen está en los aedos que contaban las hazañas épicas sucedidas siempre mucho tiempo atrás, pero esa convención bien podría haber caído en desuso como tantas otras. No, los libros están escritos en pasado porque son algo así como recuerdos inducidos.Leer es una creación, y todo el que lee es creador. El buen lector lee sin prisa, lee sin expectativas. El buen lector no desea aprender nada ni convertirse en una persona mejor: desea vivir más, tener experiencias reales. El buen lector no va en busca de diversión, sino de alimento. Claro que, ¿quién desea alimentarse de una sustancia que no resulte deliciosa? El buen lector sabe que cuando entra en los caminos de un libro entra también en su propio interior, y que las cosas que encuentra en esos caminos, dragones o rosas, estatuas o ratas, están también dentro de él. Leer es viajar por dimensiones inexploradas del palacio de la imaginación; quiero decir, visitar cuartos de la propia casa mental que de otra forma estarían siempre cerrados. Leer es viajar, leer es descubrir, leer es construir en el espacio interior una casa, una resistencia. Leer es construir una casa para el alma. Leer es construirse un alma.
Leer: cómo se hace, para qué sirve. Andrés Ibáñez (29 de julio de 2006)
domingo, 19 de diciembre de 2010
La reforma de la educación apuntará a reformar los corazones

¿Por qué digo eso? Son muy pocos los que aludirán a la educación o la enseñanza como a la actividad que atraviesa la crisis más grave, y, sin embargo, es, a mucha distancia de las demás, la que menos está respondiendo a las exigencias de las sociedades modernas.
¿Cuál será, pues, a partir de pasado mañana, la misión de los sistemas educativos en el futuro? ¿Formar especialistas? No. ¿Pertrechar las mentes de sus estudiantes? No:
¿Cómo se consigue alcanzar esta misión? Cumpliendo estos dos objetivos.
Simultáneamente –y éste es el otro objetivo–, resultará imprescindible que los maestros fomenten el aprendizaje de las emociones positivas y negativas, que son comunes a todos los individuos y previas a los contenidos académicos destilados a la infancia; es decir, aprender a gestionar lo que nos es común a todos. Se trata de enseñar a los jóvenes a gestionar la rabia, la pena, la agresividad, la sorpresa, la felicidad, la envidia, el desprecio, la ansiedad, el asco o la sorpresa.
Lejos de ser la profesión de docente una de las más livianas, es ya, sin lugar a dudas, las más compleja y sofisticada de todas ellas. ¿Cómo ha podido la sociedad, los propios educandos y las instituciones hacer gala de tanta ceguera?
Para los nostálgicos, no todo está perdido

En definitiva, escribir a mano ayuda a expresar mejor los pensamientos y las ideas.
TODO DEPENDE DE LA POSICIÓN....
hacerlo de pie fortalece la columna;
boca abajo estimula la circulación de la sangre;
boca arriba es más placentero;
hacerlo solo es rico, pero egoísta;
en grupo puede ser divertido;
en el baño es muy digestivo;
en el coche puede ser peligroso...
hacerlo con frecuencia desarrolla la imaginación;
entre dos, enriquece el conocimiento;
de rodillas, resulta doloroso...
En fin, sobre la mesa o sobre el escritorio,
antes de comer o de sobremesa,
sobre la cama o en la hamaca,
desnudos o vestidos,
sobre el césped o en la alfombra,
con música o en silencio,
entre sábanas o en el baño:
hacerlo, siempre es un acto de amor y de enriquecimiento.
No importa la edad, ni la raza, ni el credo, ni el sexo, ni la posición económica
para leer,
por eso mi querido amigo, lee,
porque...
¡leer es un placer!
DEFINITIVAMENTE, LO MEJOR ES LEER
Y DISFRUTAR DE LA IMAGINACIÓN,
Y TÚ LO ACABAS DE EXPERIMENTAR.
¡ENRIQUECE TU HÁBITO POR LA LECTURA!